¿A qué nos referimos
cuando hablamos de ‘doctrina del shock’? Una doctrina es un principio o
creencia incuestionable que se enseña como único camino verdadero, entregarse a un dogma limita y condiciona la
esfera de acción de los sujetos; sin embargo,
puede llegar a ser muy asequible ya que se delega la responsabilidad a
un fin último, el cumplimiento de esa serie de normas establecidas a priori.
El shock puede
entenderse como un golpe o choque que
despierta una conmoción, un sobresalto,
un punto de inflexión violento al que normalmente le sigue un sentimiento de
desorientación.
Pues bien, el documental
aborda precisamente cómo los grandes defensores del liberalismo utilizan esta
estrategia política, económica y militar cuyo fin último es mantener la
posición de dominio global aplastando cualquier otro modelo alternativo que
pudiera poner en peligro los intereses del capitalismo mordaz.
“Las ideas tienen
consecuencias…”
Milton Friedman (1912-2006) |
Esta estrategia se basa en las drásticas teorías que
popularizó a través de La Escuela de Economía de Chicago, Milton Friedman,
profesor de la universidad, al que también nombran como “El otro doctor Shock”,
haciendo referencia implícita a Donald Ewan Cameron. Este último participó en El Proyecto MKULTRA,
una técnica de contraespionaje de la CIA cuya consecuencia buscada es la
desviación de la personalidad del sujeto al que se le aplica, a través de
técnicas de tortura y represión.
Las ideas de los ‘Chicago Boys’ con Friedman a la cabeza,
trasladan estas técnicas militares a la esfera económica y financiera. La
defensa del libre mercado, la no participación del Estado en la economía
permiten que la famosa ‘mano invisible’ haga su consiguiente labor de autorregulación.
Pero no se quedan ahí, las ‘tesis de shock’ son medidas
radicales que precisan de una crisis, un shock que produzca un cambio. Ya no se
aplican estas técnicas a un solo individuo, si no a sociedades enteras. Los principales puntos de mira a los que
apuntará su arma serán aquellos países
que defendían ideas progresistas como el Chile de Salvador Allende que abogaba
por la nacionalización de productos como el cobre, pasando a ser propiedad social a través de la
participación del Estado, lo que le costó la enemistad de potencias como la
norteamericana. Finalmente, tras un golpe de estado fallido, se instaura por la
fuerza el gobierno de Augusto Pinochet y
Salvador Allende es asesinado. Mediante
el terror que sigue al cambio, se aprovecha esta situación para instaurar las
medidas económicas y sociales que aparecen en la sociedad como estrictamente ‘necesarias’.
Se trata de derrocar regímenes molestos e instaurar
dictaduras militares que respondan al interés del sistema capitalista mundial
mediante ideas violentas lanzadas al imaginario social y soportado nuevamente
por el miedo.
En este sentido, se observa un paralelismo con la historia
que ha ido sucediéndose en Oriente Medio, dónde regímenes como el de Arabia
Saudita son creados exclusivamente para responder a las exigencias imperialistas y no dudan en apoyar rígidas
dictaduras en nombre de la democracia.
Miedo a un enemigo:
La seguridad está en juego.
El miedo a un enemigo es una estrategia constante dentro de
las relaciones internacionales y la política mundial. La seguridad es el espectro perfecto para convencer a la gente a
renunciar a su libertad en nombre de esta. Se trata de crear un ambiente de
terror, miedo e inseguridad que permita un mayor dominio sobre la población,
una población completamente despersonalizada, entendida como una masa lista
para moldear al gusto.
Margaret Tachter (1925-2013) |
Augusto Pinochet habla en un discurso del “Fantasma del
Comunismo” como un ejército de ideas diabólicas imposibles de derrotar, ahora el Marxismo es el enemigo feroz.
Aquí
entran en juego, por ejemplo, los llamados ‘delitos de falsa bandera’, una
realidad aceptada que consiste básicamente en simular un ataque criminal para
poder intervenir militarmente en una determinada zona.
Está claro que el encontrarse en permanente conflicto con
otro actor internacional favorece estas políticas. Un conflicto se diferencia
de un problema porque uno de los dos agentes enfrentados tiene que ceder para
conseguir la solución del mismo, por lo que la creación de un conflicto sólo
podrá resolverse cuando el agente A
“gane” al agente B y hasta que eso no ocurra habrá una lucha de fuerzas
constante que permitirá a las potencias armarse hasta los dientes y ampliar su
ámbito de acción.
Cuando el gobierno de Margaret Thatcher, primera ministra de
Gran Bretaña, se encontraba en crisis
como consecuencia de los efectos de la política adoptada, la victoria en la
Guerra de las Malvinas dio un auténtico
vuelco al nivel de aceptación y popularidad de su figura.
Justificación del terror.
Una vez constituido un enemigo, el uso de la fuerza y
técnicas de tortura suele justificarse militarmente contra este. Aparece el concepto de código rojo, una serie
de procedimientos que siguen las autoridades en situaciones violentas, al igual
que en la película “La batalla de Argel” dónde el coronel Mathieu razona con
argumentaciones basadas en la necesidad política el uso de la tortura en los
interrogatorios de los prisioneros argelinos, algo así como ‘el fin justifica
los medios’. Es decir, si existe un fin
político cuyo último objetivo es vencer, entonces es coherente que se realicen
prácticas que consideradas justas para lo que denominan el ‘interés general’,
que no es otro que su propio interés.
El problema es que estas políticas represivas no afectan
solo a los soldados o a los enemigos propiamente dichos, sino que se consideran
enemigos a todos aquellos que defienden unas ideas distintas a las impuestas. Las
detenciones a jóvenes estudiantes y
sindicalistas responden a una táctica para infundir miedo y evitar cualquier
ápice de rebeldía. Es particularmente
curioso como utilizan el deporte, en concreto el fútbol, tanto para entretener
a la población y despertar un sentimiento de unión como para, en el caso de
Argentina, que no se escucharan los gritos de los secuestrados en las prisiones.
Este episodio me recuerda a un caso de España en la época de la transición que
contó en una conferencia un militante comunista de la época. El hombre explicaba las condiciones en la que
se encontraban los prisioneros ubicados en los calabozos justo debajo de la
plaza de Sol mientras miles de personas celebraban el fin de año tan solo unos
metros encima.
Escena de la película 'La batalla de Argel'. El coronel Mathieu encabeza el batallón. |
Uso del lenguaje.
Es relevante cómo las
figuras políticas aprovechan el poder del lenguaje y la retórica para
argumentar sus acciones y enfrentarse a
las críticas sin perder la imagen que quieren dar a la sociedad.
Se observan dos ejemplos significativos, en primer lugar,
durante la ceremonia del Premio Nobel de economía que otorga esta distinción a
Milton Friedman en 1976. Aparece una escena dónde un espontáneo le grita al
profesor “¡Friedman vete a casa!” a
lo que haciendo uso del equívoco e intentando desviar la atención responde: “Lamento este incidente, podía haber sido
peor” provocando la risa de los que se encuentran allí presentes y
simplificando de esta manera el altercado.
Aparece una estrategia similar en la escena en la que Margaret
Thatcher responde ante una comparecencia a los medios de comunicación críticos con
ella, dice: “A quiénes esperan ansiosos a
que yo haga caso al eslogan favorito de los medios ‘ dar vuelta atrás’, solo
puedo decirles una cosa: dad vuelta atrás vosotros si queréis”. Nuevamente
se observa la estrategia de soltar frases vacías de contenido apelando al
ingenio o el humor para desviar el interés hacia otros derroteros ensalzando
así su figura de líder fuerte y carismática.
En definitiva, ‘La Doctrina del Shock’ con todas sus
particulares sigue hoy día vigente en las políticas capitalistas disfrazadas de
democracia.
Actualmente estamos viviendo una crisis que beneficia a
muchos, dónde la ‘salvación’ se encuentra en la adopción de rígidas políticas
económicas mediante una llamada a el sacrificio de ‘todos’ mientras aumentan las desigualdades sociales,
la pobreza y se atenta contra derechos
fundamentales del ser humano.
Estados Unidos, cuna de la política de Friedman, es el
ejemplo más claro de que la Doctrina del Shock sigue siendo válida para imponer
una política de guerra justa que mantenga
seguro el imperialismo y posición
jerárquica de algunas potencias en el juego del dominio mundial.